Algunos de vosotros me habéis pedido que escribiera algo
sobre la Navidad o sobre sus tradiciones. A decir verdad no tenía pensado
escribir nada, pues poco podría aportar yo a los ya ríos de tinta que se han
escrito sobre el tema, pero al final no he podido resistirme y voy a escribir
un par de historias que, si no las conocéis, resultan muy curiosas.
Durante el período navideño se mezcla la religión con las costumbres
paganas; la oración y el agradecimiento por el nacimiento del Jesús con la
fiesta, los regalos, la comida en exceso y la bebida aún más. Si hablamos de la parte más pagana, resulta
curioso ver que en cada país, incluso en los más cercanos, las costumbres son
diferentes. Por citar algunos ejemplos, hasta hace relativamente poco en España
no se hablaba de Santa Claus, sólo venían los Reyes Magos, sin embargo en
Italia no vienen estos últimos sino la bruja Befana (nombre derivado de la Epifanía).
Es bien sabido que en España se recibe el año nuevo a golpes de campana una vez
que dan las 12:00, pero en el mundo anglosajón es una cuenta atrás de los
últimos diez segundos. Por no hablar de la exclusividad de nuestras uvas de fin
de año.
Así podría seguir unos cuántos párrafos más pero
me voy a
detener aquí para contar las historias que son objeto de este artículo. La
primera es doble y se refiere al origen del árbol de Navidad. A decir verdad,
su origen no está claro y se cuentan mil y una historias, he aquí un par de
ellas.
1ª Leyenda.-
Cuentan que un niño se perdió en el bosque el día antes de
Navidad. Una vez dada la alarma, sus paisanos se pusieron en su busca. Había
nevado, y no resultaba nada fácil andar por el monte, pero después de varias
horas lo encontraron en un claro del bosque al resguardo de un tronco de un árbol
caído. Fue grande la algarabía por el hallazgo y al volverse para mirar el
paraje dónde lo habían hallado, descubrieron una vista de ensueño, el sol
iluminaba las ramas de los árboles y estas devolvían la luz en forma de mil y
un colores. Estas buenas gentes lo tomaron como
una señal, y decidieron celebrar la Navidad y la recuperación del niño
recreando en sus casas el paraje donde lo encontraron.
2ª Leyenda.-
Llegaba la Navidad y Lutero decidió dar su vespertino paseo
por los alrededores del pueblo donde habitaba. Había nevado y las marcas que le
servían para reconocer el sendero habían desaparecido, de modo que al cabo de
un rato cayó en la cuenta que se había perdido. Sin saber muy bien qué rumbo tomar,
siguió caminando, se hizo de noche y de pronto se abrió ante sus ojos un
paisaje maravilloso. La noche era clara y la luz de la Luna por sí sola era
capaz de iluminar los árboles nevados, las estrellas se entremezclaban con las
ramas de tal forma que parecían más frutos de los árboles que luces en el
cielo.
Quedó tan impresionado que, cuando consiguió retornar
a casa quiso reproducir lo que había visto y de ahí surgió el árbol que cada
Navidad decora nuestras casas.
Para terminar, os voy a contar lo que cuenta la leyenda
relativo al origen de nuestro célebre "Roscón de Reyes", postre que
sólo encontraréis en España.
Hace muchos años, un monarca español (no recuerdo ahora su
nombre), encargó a su pastelero un dulce para la festividad de la Epifanía pero
con la condición de que tenía que ser digno de un rey. El pastelero después de
mucho pensar, llegó a la conclusión que era más importante la forma que los ingredientes
y, aunque tenía que tener un buen sabor dulce, ideó una especie de bizcocho, de
forma circular y con frutas de todos los
colores repartidas por su superficie, además de mucho azúcar. De esta forma
consiguió una especie de corona, en la que las frutas y el azúcar asemejaban
las piedras preciosas y los diamantes que toda corona real lleva.
Para darle un poco
más de aliciente escondió un regalo y un haba en diferentes partes del roscón,
de modo que, al que le tocara el regalo
era el rey, y su corona el roscón y, a
quien le tocaba el haba, era el que tenía que pagarlo. Ni qué decir tiene que
el regalo siempre le tocaba al monarca, y el haba a uno de sus súbditos que tenía
que cargar durante todo el año con el apelativo de "Tonto del haba"
o, el aún más popular "Tonto el haba" que todavía se escucha de vez
en cuando en las charlas coloquiales.
La tradición de esconder un regalo ha perdurado hasta
nuestros días pero me temo que son pocas las pastelerías que colocan aún un
haba.
Suerte y que no os toque pagar el roscón.
Espero que os hayan gustado estas historias.
Carletto
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