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martes, 30 de diciembre de 2014

Historias de Navidad



Algunos de vosotros me habéis pedido que escribiera algo sobre la Navidad o sobre sus tradiciones. A decir verdad no tenía pensado escribir nada, pues poco podría aportar yo a los ya ríos de tinta que se han escrito sobre el tema, pero al final no he podido resistirme y voy a escribir un par de historias que, si no las conocéis, resultan muy curiosas.

Durante el período navideño se mezcla la religión con las costumbres paganas; la oración y el agradecimiento por el nacimiento del Jesús con la fiesta, los regalos, la comida en exceso y la bebida aún más.  Si hablamos de la parte más pagana, resulta curioso ver que en cada país, incluso en los más cercanos, las costumbres son diferentes. Por citar algunos ejemplos, hasta hace relativamente poco en España no se hablaba de Santa Claus, sólo venían los Reyes Magos, sin embargo en Italia no vienen estos últimos sino la bruja Befana (nombre derivado de la Epifanía). Es bien sabido que en España se recibe el año nuevo a golpes de campana una vez que dan las 12:00, pero en el mundo anglosajón es una cuenta atrás de los últimos diez segundos. Por no hablar de la exclusividad de nuestras uvas de fin de año.

Así podría seguir unos cuántos párrafos más pero
me voy a detener aquí para contar las historias que son objeto de este artículo. La primera es doble y se refiere al origen del árbol de Navidad. A decir verdad, su origen no está claro y se cuentan mil y una historias, he aquí un par de ellas.

1ª Leyenda.-

Cuentan que un niño se perdió en el bosque el día antes de Navidad. Una vez dada la alarma, sus paisanos se pusieron en su busca. Había nevado, y no resultaba nada fácil andar por el monte, pero después de varias horas lo encontraron en un claro del bosque al resguardo de un tronco de un árbol caído. Fue grande la algarabía por el hallazgo y al volverse para mirar el paraje dónde lo habían hallado, descubrieron una vista de ensueño, el sol iluminaba las ramas de los árboles y estas devolvían la luz en forma de mil y un colores. Estas buenas gentes lo tomaron como  una señal, y decidieron celebrar la Navidad y la recuperación del niño recreando en sus casas el paraje donde lo encontraron.

2ª Leyenda.-

Llegaba la Navidad y Lutero decidió dar su vespertino paseo por los alrededores del pueblo donde habitaba. Había nevado y las marcas que le servían para reconocer el sendero habían desaparecido, de modo que al cabo de un rato cayó en la cuenta que se había perdido. Sin saber muy bien qué rumbo tomar, siguió caminando, se hizo de noche y de pronto se abrió ante sus ojos un paisaje maravilloso. La noche era clara y la luz de la Luna por sí sola era capaz de iluminar los árboles nevados, las estrellas se entremezclaban con las ramas de tal forma que parecían más frutos de los árboles que luces en el cielo.

Quedó tan impresionado que, cuando consiguió retornar a casa quiso reproducir lo que había visto y de ahí surgió el árbol que cada Navidad decora nuestras casas.

Para terminar, os voy a contar lo que cuenta la leyenda relativo al origen de nuestro célebre "Roscón de Reyes", postre que sólo encontraréis en España.

Hace muchos años, un monarca español (no recuerdo ahora su nombre), encargó a su pastelero un dulce para la festividad de la Epifanía pero con la condición de que tenía que ser digno de un rey. El pastelero después de mucho pensar, llegó a la conclusión que era más importante la forma que los ingredientes y, aunque tenía que tener un buen sabor dulce, ideó una especie de bizcocho, de forma circular y con frutas  de todos los colores repartidas por su superficie, además de mucho azúcar. De esta forma consiguió una especie de corona, en la que las frutas y el azúcar asemejaban las piedras preciosas y los diamantes que toda corona real lleva.

Para darle  un poco más de aliciente escondió un regalo y un haba en diferentes partes del roscón, de  modo que, al que le tocara el regalo era el rey, y su corona  el roscón y, a quien le tocaba el haba, era el que tenía que pagarlo. Ni qué decir tiene que el regalo siempre le tocaba al monarca, y el haba a uno de sus súbditos que tenía que cargar durante todo el año con el apelativo de "Tonto del haba" o, el aún más popular "Tonto el haba" que todavía se escucha de vez en cuando en las charlas coloquiales.

La tradición de esconder un regalo ha perdurado hasta nuestros días pero me temo que son pocas las pastelerías que colocan aún un haba.

Suerte y que no os toque pagar el roscón.

Espero que os hayan gustado estas historias.
Carletto

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