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Temas de los que escribo

lunes, 21 de abril de 2014

La parada del autobús


Poco a poco el sol va camino de su sueño diario. Quedan pocas horas de luz y, colgado de una pared se ve un hombre, quizá una mujer, que con la única ayuda de sus manos  de sus pies y de una delgada cuerda, se aferra a la roca en busca de su destino. Nadie le ha empujado a hacerlo y, si embargo, se atreve a jugar con la muerte para lograr su objetivo. Todos sus miembros se entrecruzan bailando a un son que él sólo conoce, a veces compone una figura grotesca, pero si lo miramos bien, no está exenta de armonía, de equilibrio, de serenidad.



Cuando surge este tema de conversación, del por qué hay personas a los que les gusta hacer esto, no son pocos lo que se muestran escépticos ante esta clase de comportamiento. No entienden la razón de una exposición a un peligro que, a su modo de ver, es gratuito. Diciéndolo más claro, no comprenden este tipo de actividades.

Si preguntamos a las personas que lo realizan, las razones que aducirán serán cuando menos variopintas. La descarga de adrenalina, la soledad, los paisajes de ensueño... Creo que pocos admitirán que es el propio esfuerzo, junto con el ansia de lograr un objetivo real, plausible y muchas veces absurdo lo que les mueve a hacerlo

¿Estamos ante una sociedad puramente hedonista? ¿Buscamos sólo el placer invirtiendo un mínimo esfuerzo? La tentación es contestar que sí, pero yo quiero pensar que hay algo más escondido en ella. Que duda cabe que tendemos a buscar nuestro bienestar, complaciendo a  nuestros sentidos sea cual fuere la forma de hacerlo, pero ¿Cómo olvidar el placer que nos proporciona el lograr algo por lo que nos hemos tenido que esforzar y, a veces, mucho?

García Márquez decía: "...He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de una montaña., sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada...". Puede que todos pretendamos vivir en la cima pero, ¿Cómo olvidar lo sentido cada vez que luchamos y trabajamos para conseguir algo que nos hemos propuesto? En mi opinión una de las mayores satisfacciones que tiene el ser humano es ver algo que hemos hecho con nuestro propio esfuerzo, ya sea un humilde plato de lentejas o la mayor de las obras que nos podamos imaginar. Cuando el autor mira su obra, ve algo más que el mero resultado, pues se sabe de memoria cada una de las dificultades y cada uno de los esfuerzos que ha tenido afrontar para lograr lo que ahora todo el mundo puede contemplar.

Hace poco pude ver, durante un instante, la cara de un hombre cuando, impedido de una pierna por lo que parecía una lesión/intervención reciente, se disponía a alcanzar una parada del autobús. Cada paso era un triunfo, y ¿Por eso tenía el semblante triste o doloroso?, ¡No! La cara no reflejaba sino felicidad.

Mucha gente podrá decir que son imaginaciones mías, pero se me vino a la mente la imagen de un niño cuando da sus primeros pasos. ¿Qué hay en la cara de cualquier niño en esta situación? Una alegría y una felicidad inmensas por haberlo conseguido, pero también, y de forma inconsciente, por su esfuerzo. De igual forma la cara el hombre, después de conseguir llegar a la parada del autobús, asemejaba la de un niño. Si tuviera que dibujar la faz de la felicidad, creo que la dibujaría así


Carletto

4 comentarios:

  1. Preciosa entrada, Carletto. Inspiradora. Muchas gracias por ella :D

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    1. Me alegra que te haya gustado. Volveré sobre el tema en breve, profundizando sobre los efectos del esfuerzo continuado, bajo presión etc.

      Ciao

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  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  3. Carmen: Muchas gracias por tus palabras. Animan a seguir en la brecha

    Carletto

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