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martes, 31 de octubre de 2017

Nacimiento del Pitarque

Una de las rutas más bonitas y sencillas por el Maestrazgo norte es la del nacimiento del río Pitarque. Está muy bien descrita en decenas de páginas web, tanto de particulares como de oficinas de turismo, tanto públicas como privadas, de modo que no me extenderé en los detalles, salvo en algunas pequeñas cosas que nosotros experimentamos al hacerla.

La distancia marcada es de unos 10 Km. i/v. Se accede desde le pueblo del mismo nombre y toda la subida se hace por la margen izquierda, durante el camino oyes el río pero no lo ves salvo cuando ya estás muy cerca de su nacimiento. No entraña ninguna dificultad, el camino es cómodo, de modo que es ideal para hacerla en familia. La duración tipo es de tres horas aunque nosotros la hicimos en cuatro ya que el día y el paisaje invitaban a saborearlo todo con intensidad.

Por el camino se ven curiosas formaciones rocosas que el viento y la lluvia se han encargado de moldear con el paso de los años.



Pequeñas cascadas te salen al paso y se encargan de darte una pequeña ducha, ya que el sendero pasa justo en su base.






















Cuando llegas arriba, no hay foto que le haga justicia, has de llegar por ti mismo para poder admirar la maravilla que encierra ese pequeño rincón de las naturaleza. En cualquier caso, he aquí una pequeña muestra.






No importa si la llamada chimenea no trae agua, el espectáculo sigue siendo sobrecogedor y emocionante. Se puede visitar por ambas márgenes, habiendo diferentes ayudas ferratas para encaramarte a los sitios más intrincados.

Carletto

viernes, 27 de octubre de 2017

De Mirambel a Tronchón historia de un desatino

Si vais por el Maestrazgo sur quizá os aconsejen visitar el pueblo de Mirambel, y no es para menos. Resulta ser una pequeña localidad un poco más allá de Cantavieja en la que parece que el tiempo se ha detenido, al menos lo que se ubica dentro de las antiguas murallas. Muy cuidado y limpio, su paz y tranquilidad invita a pasearlo detenidamente, saboreando cada rincón del mismo.

La tentación, si sois aficionados al senderismo, es partir de Mirambel para acercarse hasta Tronchón y vuelta por el mismo camino. Nosotros caímos en ella, y tal y como reza el título de esta reseña, no puedo calificarlo sino como un desatino, un desacierto y una frustación.

Para empezar no pudimos aclarar la distancia del recorrido. Mientras que en la oficina de información nos decían que había dos alternativas, la antigua (11 Km.) y una nueva señalizada hacía un par de años (9 Km.), al llegar al punto de partida el poste lo señalizaba como sólo una, y de 7,7 Km!!!. (Hablo siempre de distancia de ida).

No sé si son 11, 9, o casi 8, pero en cualquier caso, lo que no avisan es que cuando estás reventado y piensas que estás casi en Tronchón, resulta que aún te queda más de un Km. por recorrer y, por carretera!!! A fuer de ser sincero tengo que decir que no puedo asegurar que el Km y pico que nos quedaba era todo por carretera, ya que al ver la mancha gris que se extendía a nuestros pies y hasta lo lejos, decidimos volver sobre nuestros pasos.

La ruta es un rompe-piernas. Comienzas con una subida de pendiente endiablada, que en su día debió de estar empedrada, ahora es un continuo esfuerzo, pues todas las piedras están sueltas o casi. Eso nos costó más de media hora.

La foto muestra el pueblo de Mirambel, cuando estábamos a media ladera, aún nos quedaba un buen trecho para llegar al paso que hay entre las dos laderas de la montaña.

A partir de ahí se baja por una vía pecuaria que se torna rápidamente en una zona de piedras, esta vez, bien asentadas en el suelo. Luego vuelta a subir, bajar, subir, bajar... y al final la carretera. Ufff!

El paisaje es de todo menos interesante, y para terminar de fastidiar el panorama, hay que caminar unos centenares de metros, más de un Km. diría yo, por una senda de apenas 30 ó 40 cms, al borde de un barranco donde, si perdías pie, te esperaban con ansia unos buenos montones de piedras. Además de ser estrecha había algunos tramos con corrimientos de tierra, lo que significaba que había que saltar, con un riesgo evidente para nuestra integridad física.

Para rematar la faena, la vegetación había borrado la senda y llegado un punto no sabías bien por dónde seguir, lo que nos llevó a algún despiste que nos hizo perder inútilmente el tiempo.

No hay más fotos porque, como digo, el paisaje no era nada sugerente.

Después de casi cinco horas de sufrimiento inútil llegábamos al punto de partida, Mirambel. Si hubiéramos llegado a Tronchón habríamos necesitado al menos una hora más.

Como podéis imaginar no aconsejo esta ruta por nada del mundo, hay otras por el Maestrazgo bastante más sugestivas, y si queréis ir a Tronchón se puede acceder por la dichosa carretera a lomos de vuestro automóvil.

Carletto