Hay una reunión más o menos formal de amigos o conocidos. No hay sitios preestablecidos,
de modo que la gente pulula de un lado para otro manteniendo conversaciones
intrascendentes. De repente te ves sólo, todo el mundo parece entretenido y te sientes como si una burbuja te hubiera
absorbido, tú puedes ver a través de ella pero no al contrario, nadie te ve,
nadie te oye, nadie te escucha...acabas de convertirte en el "Hombre
invisible".
Estoy seguro de que esta situación la has vivido al menos
una vez en tu vida, pero en otros casos resulta muy frecuente y desafortunada
para el que la sufre porque no ve la forma de romper esa burbuja que lo ha
atrapado.
En la época de los guateques, años 60 más o menos, el hombre
invisible era el que se encargaba de pinchar los discos en el pick-up, claro
que dejaba de serlo en cuanto se equivocaba de canción.
La adolescencia es una época propicia para que nos visite el
síndrome del hombre invisible. En estos casos no es que te conviertas en
invisible para todo el grupo pero sí para el chico o la chica que pretendes. Lo
paradójico es que pensamos que es el mundo exterior el que ha creado la barrera,
pero lo más probable es que hayamos sido nosotros los culpables, con nuestros
miedos, nuestros complejos, y con el caparazón debajo del cual vivimos.
Es cierto que no todo el mundo tiene las mismas habilidades
sociales, y no siempre se puede ser el alma de la fiesta, pero hay muchos
grises intermedios antes de llegar a tener la sensación de ser el "Hombre
invisible".
Si la pregunta es si este síndrome está asociado a una etapa
de la vida, la respuesta sería que no lo sé a ciencia cierta. Por
ejemplo a mí me sucede por rachas. Dejadme contar un par de anécdotas que me
suelen suceder y que me hacen sentir
como el "Hombre invisible".
Como digo no siempre es así, pero de tanto en cuanto me
encuentro paseando por una acera desierta y con una anchura que no permite
circular a más de dos personas por ella. En un momento dado me cruzo con una
pareja, da igual que sean o no del mismo sexo, noto que me ven en la distancia,
siguen con su conversación, nos vamos acercando, llega el momento del cruce y, si
no me aparto, se produce el choque y el empujón correspondiente. Algunas veces,
las menos, se disculpan, pero el resto hacen caso omiso y siguen hablando
tranquilamente como si nada hubiera pasado. Yo me quedo pensativo y dolorido,
más en mi orgullo que en otra cosa, porque pienso que, a pesar de que han
mirado hacia mí, no me han visto. He sido víctima del "Hombre
invisible". Yo pensaba que debido a mi físico más bien menudo la gente no
me veía, pero la anécdota que paso a contar a continuación desmiente esa
conclusión.
La segunda anécdota me sucede a mí pero de forma indirecta
porque me encuentro a bordo de un automóvil. Es indiferente el modelo o el tamaño del mismo
porque el resultado es el mismo.
Voy conduciendo por una calle de un solo carril en el que
hay coches aparcados en línea. No se puede ir a mucha velocidad porque es un
tramo urbano con cierto tráfico tanto de personas como de vehículos. En la
lejanía observo a una persona que camina hacia su coche, llega a la puerta del
conductor, gira la cabeza hacia mi coche, estoy seguro (o al menos eso creo) de que me ve porque nos encontramos claramente
cerca pero, ni corto ni perezoso la abre para meterse
dentro. Obviamente las alternativas son, o bien seguir mi marcha llevándome la
puerta del otro por delante, o bien pegar un frenazo hasta detenerme a pocos
centímetros. La anécdota aún sigue, porque el otro conductor lejos
de amilanarse, pone el motor en marcha y aprovechando que yo me he parado (o
porque no me ve) sale a toda velocidad. De nuevo he sido objeto del síndrome del
"Hombre invisible" pero ¿Cómo es posible que la burbuja impenetrable
me haya atrapado a mí y a mi coche?¿Cómo es posible que no me hayan visto?
Reflexionad un poco porque seguro que alguna vez os han
pasado cosas parecidas. Abrid una sonrisa en vuestras caras y tomadlo con humor
porque seguro que otras veces seremos nosotros los que no veamos a los demás.
Carletto
Pues me reconozco culpable, porque soy muy distraída y ya no se trata de que no veas, sino que no obedeces a la consecuencia lógica: viene otro coche, apartarse/esperar y más de una vez me he llevado algún susto, nada grave, por suerte. También es cierto que a veces lo que hay es simplemente mala educación :/ y quizá según que gente, es mejor que no te vean. Hay un tipo de "invisibilidad" voluntaria que lamentablemente no funciona siempre tan bien como me gustaría...
ResponderEliminarEn cualquier caso me alegro de haberte "visto" por aquí. Un saludo!
Efectivamente también está el efecto contrario, el de "Tierra trágame", pero esa es otra historia :-))))
EliminarGracias por tus palabras Marisa.
Carletto