Hace tiempo que no publicaba nada escrito. Hoy publico una reflexión un poco particular sobre cómo han cambiado los parámetros de nuestro sentido del ridículo.
A nadie se le escapa que hacer una foto hoy en día está al
alcance de casi todo el mundo. Aquel que
tenga un móvil en sus manos tiene la posibilidad, y de hecho la aprovecha, de
hacer fotos a diestro y siniestro. Además se tiene la doble ventaja de que es
gratis e inmediato. ¿Cómo resistirse a hacer o hacerte una foto con estas
premisas? Imposible. Es más, no nos quedamos ahí sino que también nos ocupamos de hacerla pública, bien en nuestro perfil de alguna de la herramientas de
mensajería instantánea, bien en las redes sociales o, sin más, se la enviamos a
nuestro círculo de amigos y familiares.