Después de un lapso de tiempo en el que, obligado por las circunstancias, he dejado de escribir, vuelvo a retomar la pluma con algo corto, que no ligero, para desperezarme poco a poco. Lo malo es que cuando tenga que clasificar este artículo no me va a
resultar nada fácil porque tiene un poco de recuerdos, algo de palabras
obsoletas y no poco de reflexión.
Empezaré por la parte de recuerdos. Cuando era niño oía con
bastante frecuencia la palabra resignación, o más concretamente "cristiana
resignación". Con el paso del tiempo he visto cómo esta palabra ha ido
desapareciendo, poco a poco y sin hacer ruido, de nuestro vocabulario más
común. Casi ni se oye en los casos más
evidentes que son cuando se produce una muerte inesperada. No sabría decir a ciencia cierta las
razones que la han llevado casi al olvido pero me voy a aventurar a decir una
posible causa.
Los tiempos en los que era frecuente oírla eran tiempos
difíciles. Tiempos en los que las desgracias y los imponderables se sucedían
uno tras otro. Las enfermedades o los accidentes graves eran moneda corriente y
el consejo de los más allegados y de las amistades no era otro sino
"cristiana resignación". Dudo de que esta frase supusiera algún
alivio, pero era la forma más convencional de quedar bien socialmente. Ahora
esto no es así, la sociedad ha ido
evolucionando de tal forma que no aceptamos ningún contratiempo y buscamos
solución hasta agotar todas las posibilidades.
No estoy seguro de si esta costumbre la hemos adoptado de
los países anglosajones, pero creo que tiene su punto de virtud, pues no me
parece saludable aceptar todo lo que nos suceda sin plantarle cara haciendo todo
lo que esté en nuestra mano para solucionarlo. El problema aparece cuando se
terminan los caminos, cuando no vemos o no hay solución y caemos en la
desesperación. Me pregunto si entonces no sería buena la receta de la
"resignación".
La resignación está indisolublemente ligada a la
"aceptación" y este sentimiento creo que nos ayuda a reconciliarnos
con el mundo. No sé cuántas depresiones o ansiedades se habrían evitado si no hubiéramos
olvidado el concepto de resignación y por ende el de aceptación, pero me atrevo
a decir que bastantes. No estoy diciendo que como todo está escrito, es inútil
intentar hacer nada, pero si al final se nos cierran todas las salidas, no hay
otra forma más que pasar página y aceptar los hechos.
¿Hasta cuándo luchar? ¿Cuándo aceptar la realidad?...No hay
una única respuesta. Cada uno debemos encontrar la nuestra.
Carletto
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