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martes, 26 de enero de 2016

El retrato



Hace tiempo que no publicaba nada escrito. Hoy publico una reflexión un poco particular sobre cómo han cambiado los parámetros de nuestro sentido del ridículo.

A nadie se le escapa que hacer una foto hoy en día está al alcance de casi todo el mundo. Aquel  que tenga un móvil en sus manos tiene la posibilidad, y de hecho la aprovecha, de hacer fotos a diestro y siniestro. Además se tiene la doble ventaja de que es gratis e inmediato. ¿Cómo resistirse a hacer o hacerte una foto con estas premisas? Imposible. Es más, no nos quedamos ahí sino que también nos ocupamos de hacerla pública, bien en nuestro perfil de alguna de la herramientas de mensajería instantánea, bien en las redes sociales o, sin más, se la enviamos a nuestro círculo de amigos y familiares.


De este modo, y sin esfuerzo, diariamente podemos ver decenas de fotografías de muy baja calidad, con las caras deformadas o con posturas imposibles. Lo que me impresiona es cómo nuestro sentido del ridículo ha ido evolucionando.

Empecemos por  los prolegómenos  es decir, partamos del retrato pintado. Claro que esto estaba al alcance de muy pocos, principalmente por el coste. Por eso si observamos cualquier retrato hecho por un pintor, vemos a alguna persona con gesto adusto, autoritario, marcial, quizá con una leve mueca si se trata de una mujer. Invariablemente parece que todo aquel retratado se encontraba en un mal día o bien tenía un problemón de los gordos (y eso que aún no se había inventado el estrés). Si queréis mi  opinión creo que el retratado quería dar al mundo la impresión de que era alguien importante, y eso implica que  había de tener un cierto aire de responsabilidad, de seriedad y de persona cabal.

Con la fotografía, no voy a decir que el retrato se popularizara, pero sí que hubo bastante más gente que podía optar por pasar a la posteridad mediante un soporte gráfico. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos, por no decir en todos, se conservó este aire serio y formal de los retratos pintados. En mi opinión se era consciente de la gravedad del momento, bien motu proprio o bien porque el fotógrafo se encargaba de recordarlo un momento antes de apretar el disparador. Las fotos se hacían en momentos solemnes, la boda, una condecoración, la licenciatura etc. En cualquier caso era y es muy difícil encontrar una foto antigua en la que la persona o personas salen con la expresión risueña o con un gesto fuera de lo común, es decir, el resultado era lo que se conoce como un "posado".

Sin embargo ahora es todo lo contrario, la gente no teme enseñar la dentadura, y en muchas de las fotos vemos a las personas riendo a mandíbula batiente, o poniendo caras increíbles, o buscando gestos imposibles. ¡Adiós complejos, viva la naturalidad!

Ya no hay sentido de posteridad mediante el retrato, casi ya no existe la foto en papel, y quién sabe si los soportes digitales permanecerán en el tiempo. La foto de hoy es reemplazada al día siguiente, o a veces, el mismo día. ¿Qué importa si hemos salido mejor o peor? Dentro de muy poco pasará al olvido.

¿Qué será lo siguiente?

Otro día reflexionaremos sobre la inmediatez y las ventajas e inconvenientes de tener tan fácil y tan a  mano la posibilidad de hacer fotos, vídeos etc. 

Carletto

2 comentarios:

  1. Carlos, me parecen muy acertados tus comentarios. Sólo una matización sobre el hecho de que no existe la foto en papel; en mi opinión si que existe, y mucho, lo que pasa es que ha cambiado el objetivo del mismo y en un concepto diferente, como es el de la publicidad... hay retratos por todas partes, especialmente en revistas y vallas publicitarias.

    Carlos H.

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    1. Tienes toda la razón. Es más, aún se siguen haciendo fotos de estudio en algunos casos, por ejemplo las bodas.
      Sin embargo mucho me temo que incluso las vallas publicitarias cambiarán a formatos digitales olvidando el papel; tan sólo es cuestión de hacer números y comprobar si resulta más rentable el cambiar todo el parque de vallas por otro de pantallas, conectado por wifi, con alimentación solar etc. Eso evitaría el coste del papel (y su impacto medioambiental), el de la instalación etc.

      En fin, tiempo al tiempo.

      Muchas gracias por tu puntualización.
      Carletto

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