Me resulta curioso ver como
el ser humano trata de engañarse a sí mismo con frases más o menos hechas. Un
ejemplo lo tenemos en la de “No tengo tiempo” y en sus mil y una variantes.
Lo que voy a tratar en este artículo puede resultar obvio, pero a veces conviene
recordar lo que es obvio para que resulte evidente.
Primera obviedad
Si a las horas del día
les restamos lo que una persona dedica a dormir y alimentarse, podemos estar
hablando de una horquilla de entre 14 y 16 horas libres para llenarlas de actividad.
Para simplificar voy a decir una única cifra, 15 horas, y por mucho que nos
empeñemos son 15 y nada más que 15.
Segunda obviedad
Todos tenemos el mismo
tiempo, y siempre es la misma cantidad, 15 horas según habíamos quedado, es
decir, no podemos decir que “no tengo tiempo” pues tenemos las malditas 15 horas.
Tercera obviedad
Somos dueños de invertir
esas 15 horas a nuestro libre albedrío. Esto puede parecer menos obvio, pero no
por ello deja de ser cierto. Podemos
asignar el tiempo a una actividad bien en el momento o bien como fruto de un
compromiso previo. Para explicarlo mejor usaré un ejemplo: Si hemos decidido (y
tenemos la suerte) de trabajar, sabemos que, mientras trabajemos, dedicaremos unas 8 horas de cada día al
trabajo. Usando un símil y una palabra que a nadie gusta, podemos decir que “Hipotecamos”
parte de nuestro tiempo en aras de realizar una actividad. En el caso del
trabajo diremos que hemos hipotecado 8 horas, por lo que ya sólo nos quedan 7.
Hago la salvedad de que si al jefe se le ocurre, puede que sean más de 8, pero
eso ya entra en lo que podemos denominar “Gestión del tiempo” y lo trataré en
otro artículo.
Cuarta obviedad
Nadie puede, o al menos
no debe, hipotecarse por más de esas dichosas 15 horas.
Quinta obviedad
No debemos confundir la
frase “No tengo tiempo” con esta otra “No hay tiempo”. En este último caso, si sabemos
que realizar una tarea cuesta un número de horas y no las tenemos, resulta que es imposible su ejecución, es decir, no hay
tiempo material para llevarla a cabo.
Conclusión
En mi opinión, la clave está
en lo que decidimos dedicar el tiempo que tenemos, y no en la célebre excusa
del “No tengo tiempo”. Si efectivamente ya has consumido las 15 horas,
significa que has dado más importancia a unas cosas sobre otras, y la excusa
(la frase) debería ser otra, quizás algo así como “Esta actividad era menos
prioritaria para mí”. Puede que suene peor pero, a mi modo de ver, es más correcta y
define mejor lo que ha pasado.
A todos nos gustaría
tener muchas más horas que las 15 horas mencionadas para poder abarcar más,
para poder desarrollarnos más como persona, para poder dedicárselo a las
personas que queremos o que lo necesiten, para el ocio… para miles de cosas,
pero sólo tenemos 15, lo importante es saber bien lo que queremos,
para invertirlas (que no hipotecarlas) de la mejor manera posible.
Claro que luego está la
heroica, que es robarle horas al sueño, pero eso sólo lo recomiendo en circunstancias
excepcionales, de otro modo termina pasando factura.
Carletto
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