Un ser humano se siente seguro
cuando comprende, conoce y, en cierta medida, domina el mundo que le rodea. No hay cosa que nos genere más inseguridad que
un cambio en nuestras vidas. Ejemplos tales como un cambio de casa, de trabajo, de ciudad, nos genera
un grado de ansiedad que va desapareciendo poco a poco cuando volvemos a conocer
la nueva situación, es decir, cuando
sentimos de nuevo la orientación y la seguridad que nos faltaba. En caso
contrario, se puede decir que estamos perdidos.
Recientemente se ha
acuñado el término “Generación perdida” cuando nos referimos a la gran cantidad
de jóvenes que están teniendo tantas dificultades para encontrar su camino en
los tiempos difíciles en los que nos encontramos. Sin embargo, yo veo también
una generación que está perdida (o a punto de perderse) en aquellas personas
nacidas, pongamos una fecha, antes de 1955, y que están viendo como el mundo
que conocían y les daba seguridad está desapareciendo.
No me voy a referir hoy a
temas tales como los avances científicos o tecnológicos. Esta vez me centraré
en algo mucho más simple, “Las salas de proyección de películas”, lo que comúnmente
llamamos “El cine”.
Esta “Generación perdida”
se llevará consigo “El cine”, de hecho ya hay provincias que no cuentan con
ninguna sala, la última, Pontevedra. Me acuerdo cuando la única diversión del
domingo era ir al cine, bien en sesión doble, cuando hablábamos de cine de
barrio, o a una sesión cuando era de estreno. Una peli, y luego unas tapas con una cerveza o
un vino y una buena tertulia con los amigos sobre lo que habías visto y tenías
hecha la tarde.
Apuntan diferentes
razones para que se produzca este fenómeno, pero yo quiero pensar que cada
generación se ha llevado consigo algo, es decir, cosas vigentes en su época y
que luego han desaparecido con ella. Ejemplos hay muchos, las barras
de hielo vendidas por la calle (hasta que llegó el frigorífico), el aprender
caligrafía en la escuela con plumín y tinta de la de verdad (hasta que llegó el bolígrafo), los coches al
punto y, tantos y tantos otros.
Es un poco triste ver
como tu mundo se va desvaneciendo poco a poco, empiezas a dejar de lado las
cosas porque te resultan difíciles o incómodas y de repente te das cuenta que tu
mundo ya no está. El único consuelo es que esto ha sido y será así siempre. Las
nuevas generaciones aunque las llamemos perdidas, luchan y lucharán por abrirse paso con
sus nuevos cachivaches (ahora llamados gadgets), y no os quepa duda de que lo lograrán.
Carletto
Tienes razon.
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