Este artículo traerá viejos recuerdos a alguno de vosotros, y otros aprenderán un poco de nuestro pasado. Espero que os guste.
Voy a hablar de un elemento
que era muy frecuente en las aulas de antaño y que hoy en día sería difícil de
encontrar si no es en un anticuario o un coleccionista. Me refiero a “La chasca”.
A decir verdad no estoy
seguro de si el diccionario de la Real Academia lo admite en los términos a los
que me voy a referir, pero os aseguro que era uno de los utensilios más comunes
en las aulas de hace no pocos años.
Entonces no era
consciente, pero ahora me doy cuenta que significaba algo así como el cetro
para reyes y emperadores. Sólo el maestro o profesor tenía una, y con ella
impartía justicia y castigo, todos temblábamos al escuchar su sonido tanto si
era de aprobación como de reprobación. Tan pronto escuchabas un golpe que
significaba que habías contestado bien, como dos que era todo lo contrario. Si
veías que apuntaba en tu dirección sólo podía suponer que ahora eras tú el
protagonista de los próximos minutos y percibías el suspiro de alivio de tus
compañeros porque esta vez se habían librado. Si habías hecho alguna trastada puede que probaras el sabor de su madera.
Para describirla diría
que “La chasca” es una herramienta de madera compuesta de dos partes, una de
ellas más gruesa y de unos 25 ó 30 cm. de longitud, y que normalmente está
finamente torneada. La otra es significativamente más fina y corta, unida a la
primera por una goma elástica lo que permite un movimiento de pinza. Cuando,
después de haber separado la parte pequeña, ésta se suelta de golpe, se produce un chasquido seco,
similar a cuando rompemos una rama seca en el bosque, de ahí su nombre.
No pocas veces se ha
estrellado en la cabeza de algún desdichado como parte de un castigo, y se
podría decir que algún chichón llevó su nombre, pero la cosa nunca llegó a
mayores (al menos que yo sepa).
Obviamente los tiempos
han cambiado y un objeto así en las aulas de hoy en día sería impensable, pero
me pregunto si no lo echan de menos algunos de los docentes actuales.
No me acuerdo de otras
cosas, pero si pienso en este instrumento lo hago con una sonrisa y me acuerdo
de la satisfacción que producía cuando sólo oías un chasquido seco después de
haber contestado bien a una de las preguntas del profe.
Carletto
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNunca había oído hablar de la chasca y mira que estuve 38 años dando clase. Por supuesto, aunque la hubiera conocido, no se me ocurriría en la vida usar un instrumento de tortura tal. Además, imagínate, yo hablándoles de filosofía, de derechos humanos, de libertad... y en medio, un zurriagazo. Hubiera tenido escraches al segundo día. Y siempre preferí sonreír a mis alumnos cuando hacían una buena pregunta o daban una respuesta correcta que un chasquido.
ResponderEliminarDe todas formas es bueno que lo comentes sobre todo para no caer en ello otra vez, que todo puede pasar.
Muy buen post.